LA RAZÓN VS LA EMOCIÓN
Por Gabriel
Cordero
México es un
país surrealista. Único. Mágico. Colorido. Alegre.
Y una cosa que
caracteriza a su gente es su emoción. Su pasión desbordada.
Y definitivamente
eso es justamente lo que llevó al Presidente López al lugar en el que se
encuentra actualmente. Gracias a su tozudez, demostrada a lo largo de más de
dieciocho años, logró posicionarse en la mente de los mexicanos como “la
esperanza de México”, “el rayito de esperanza”, “ya sabes quién” y tantos y
tantos otros lemas o eslogans, como quiera usted llamarles que hasta los que no
somos afines a la autodenominada 4T, los entendemos perfectamente y hasta los
repetimos.
Increíble el
nivel de aceptación que sigue manteniendo “el cabecita de algodón”, incluso
entre no pocos “leídos y escribidos”, cosa que me sigue impresionando de
sobremanera; ya que normalmente los seguidores del Presidente López son los
beneficiarios de sus supuestos “programas sociales”. Pero lo que más me
impresiona es la candidez de la gente ante las encuestas: ¿Cómo percibe la
seguridad pública? MAL. ¿Cómo percibe el crecimiento económico? MAL. ¿Cómo
percibe la atención en salud pública? MAL. A todo lo que se le pregunte a la
gente, contestará que su percepción es negativa. Sin embargo, a la pregunta
¿Cómo percibe el trabajo del Presidente López Obrador? La respuesta al 60% es,
BIEN.
¿Por qué la
gente quiere al Presidente López? Muy sencillo: porque es tabasqueño y porque
regala dinero. Tengo la fortuna de conocer gente de Tabasco y es muy afable y
llevadera. Es fácil llevarse bien con ellos. Son amables y de buena
conversación. Nunca he platicado con AMLO, pero he leído y escuchado mucho
acerca de su persona y el común denominador es que se trata de un personaje que
atrapa. Que cautiva a la gente que lo trata por ser diferente de los políticos
a los que estamos acostumbrados. Pero hay otro ingrediente que también hace que
el Presidente López tenga un nivel de aceptación muy alto: regala mis impuestos
a la gente disfrazados de “programas sociales”. Y esto es algo que realmente
preocupa. Dar un peso de lo recaudado en un programa social, implica dejar de
gastarlo en otro lugar del presupuesto, como medicinas, construcción de
clínicas y hospitales, construcción de carreteras de calidad, seguridad pública
y un largo etcétera. Pero la gente está feliz con esto, porque dicen que está
redistribuyendo la riqueza. Nada más falso y mentiroso que eso. Está gastando
el presupuesto mal, muy mal, pésimamente mal. Sin embargo, eso le está
generando votos, adeptos, seguidores, fanáticos.
Después de este
gobierno que nos está llevando al precipicio en muchos sentidos, muchos
mexicanos esperamos que venga un Presidente que arregle el tiradero que va a dejar
López. Una persona capaz, inteligente, preparada para gobernar, honesta. En
fin, la lista de virtudes que esperamos que tenga el próximo Presidente de la
República es innumerable, pero… ¿se podrá tener a esa persona sentada en la
silla presidencial en octubre de 2024? Lo dudo muchísimo. ¿Por qué? Porque el
mexicano “común” le apuesta por la emoción y no por la razón.
El mexicano le
hace caso a la emoción del candidato que le promete lo increíble y hasta lo
imposible. A la emoción del candidato que habla bonito o que hace los mejores
tiktoks o que tiene los mejores videos o los más sentimentales. A la emoción de
quien le dé el tinaco o el material de construcción. A la emoción de quien les
diga el líder a quien le deben de aplaudir o abuchear. A la emoción de ver
cercano y popular a un Presidente de la República, aunque no de resultados.
¿Y si se le
presenta al mexicano un candidato que propone unidad, buen gobierno, que es
capaz y ha demostrado ser honesto en los cargos que ha tenido, pero que no es
popular? Seguramente no obtendrá ni dos porciento de los votos.
Negro panorama
el que se avecina para el 2024 para este bello país. Tendremos candidatos que
estarán en la boleta electoral por decisiones viscerales y no por decisiones
inteligentes y que sirvan a que México sea mejor país. Pero no es culpa del
indio, sino de quien lo hace compadre… durante décadas hemos tenido un pésimo
sistema de educación que ha generado este gente que se mueve por la emoción y
no por la razón.
¿Tienes dudas?
Escríbeme. Twitter: @gabe_cordero
Quien le
entiende a su contador, paga menos impuestos.
¿Ya leyeron el
libro IMPUESTOS Y DRAGONES?
*Gabriel Cordero
es Contador Público, con Especialidad en Fiscal y Maestría en Contribuciones. Asesor
de empresas como la tuya. Capacitador en temas fiscales, laborales y de
seguridad social. Autor del libro IMPUESTOS Y DRAGONES, el mejor libro de
impuestos para NO CONTADORES.
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