Terminé de leer el libro “HERNÁN CORTÉS.
Historia oculta de la conquista de América”. Una verdadera decepción.
De entrada, lo encontré en el estante de
libros de historia de la librería “El Sótano”, de aquí de mi pueblo donde vivo.
Pero debería encontrarse en la sección de “TURISMO”.
Cuando terminé de leer los dos primeros
capítulos, me preguntaba: “¿no que se supone que es un libro que habla de
Hernán Cortés? Seguro adelante se mejora”. Pues no. Se trata de un libro que
habla de Cortés en un 30 por ciento, máximo. El resto son las andanzas del
autor por esta bella tierra mexicana, a la cual le resalta el autor, de
sobremanera, sus defectos: clara señal de la percepción que tiene él del México
actual, del cual, no voy a negar, en algunas cosas tiene mucha razón. En otras,
exagera.
En la contraportada del libro dice: “En
esta obra se repasan todos los acontecimientos vitales de Hernán Cortés, así
como, paso a paso, kilómetro a kilómetro, todas sus andanzas en el actual
México, los principales episodios que muestran cómo fueron los encuentros y
desencuentros entre dos culturas separadas por miles de kilómetros, por dioses
y creencias dispares y por una forma de interpretar el mundo radicalmente
distinta”. Por este párrafo, compré el libro. Sin embargo, ahora que lo
terminé, te ofrecen una expectativa muy alejada de la realidad.
El libro está escrito como una guía
incompelta de turismo para aquel que esté interesado en recorrer algunos de los
puntos que Cortés recorrió… y algunos puntos que ni recorrió, ni tuvo nada que
ver, como Taxco, Catemaco y Puebla.
En el Capítulo VIII, habla de que Fray
Toribio de Benavente fue quien soñó con una ciudad “en la que los españoles
redimieran a los naturales”, cuando la leyenda señala a Fray Julián Garcés como
aquel quien tuvo este sueño.
Dice el autor del libro que pagaron 48
pesos para poder circular por la
autopista 150 de Veracruz a Puebla… otro error. La carretera 150 no es
autopista. La 150D, si. Y la 150D en el tramo que corre de Veracruz a Puebla,
en los años recientes nunca ha costado 48 pesos.
Ya en Puebla, en el mismo capítulo VIII,
habla el autor que compraron comida “en el grandioso y abarrotado tiangui de la
ciudad”. Al respecto, aclaro que el tiangui del que habla el autor, solamente
se pone el 15 de septiembre de cada año y se cierran algunas calles para tal
efecto.
En la siguiente página, habla el autor de
que visitaron la catedral poblana, en la cual se encuentra la Capilla del
Rosario… ¿¿¿QUE QUÉ??? ¡¡Otro error!! ¡¡¡La Capilla del Rosario se encuentra en
el Templo de Santo Domingo!!! Entre la Catedral y el Templo de Santo Domingo
hay tres calles que los separan y son construcciones completamente diferentes.
Pasamos la página. El autor habla de cómo
se siente en el zócalo de Puebla él personalmente: “O a lo mejor es que eso
somos nosotros a sus ojos, unos bárbaros conquistadores con cámara de fotos en
ristre”. Modo víctima: ACTIVADO.
Y sigue describiendo la ceremonia del
grito: “…donde la muchedumbre se mueve al son de los vivas a México y mueran
los gachupines…” ¿¿¿QUE QUÉ??? Yo le preguntaría a cualquier mexicano vivo, de
cualquier edad, ¿cuándo han escuchado que en una ceremonia del grito, se diga
“mueran los gachupines”? Creo que el autor sigue con el modo víctima activado.
Pasamos al capítulo IX. El autor pone en
claro que no quiere ser de los primeros en ser recogido por el tour que
contrató, ya que no le apetece recorrer los hoteles de la ciudad, llenando el
cupo de la camioneta. Yo diría: pues recorriendo las calles, aunque sea en
coche, se conoce un poco más las ciudades que se visitan.
Una vez en la camioneta del tour, el autor
se sorprende con que el chofer cobre más, si el viaje es más largo. Creo que es
lo justo y creo que así funciona en todas partes del mundo… ¿o en España no?
Siguiente página: habla del Templo de los
Remedios, situado encima de la pirámide de Cholula. El autor comenta: “es un
hito de referencia en todo Tlaxcala…” ¡Ups! Un resbalón tremendo por parte del
autor. Debería decir “Cholula” en lugar de Tlaxcala.
Párrafo siguiente. Describe el Templo de
los Remedios, adornado con cintas azules y blancas. Lo que le faltó decir al
autor es que no siempre está adornada así. En esos días de septiembre la
adornan, ya que se celebra la fiesta patronal.
Párrafo siguiente. “No resulta demasiado
difícil imaginar el antiguo templo erigido en honora a Quetzalcoatl, la
principal divinidad de Cholula, dominando las fértiles tierras del Valle de
México.” ¿¿¿QUE QUÉ??? Esto es el valle de Cuetlaxcoapan. Es la región de
Puebla-Cholula. ¡¡No es el Valle de México!! A esta región de Puebla-Cholula,
la separa del Valle de México, los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl. Nada
que ver.
Más adelante en el mismo capítulo, habla de
que le recomendaron al autor ir a comer en El León Dormido, ubicado en el número
13 de la Calle Oriente. Esa dirección no existe.
Página siguiente. El autor habla de que
Benito Juárez quiso cambiar el nombre de la Ciudad por el de Zaragoza. Mi
Ciudad se llama Heroica Puebla de Zaragoza, desde mediados del siglo XX y no
fue por iniciativa de Benito Juárez, quien para esas fechas, ya estaba más que
frío.
Siguiente página. El autor refiere que la
central de autobuses de Puebla se llama “Tapu”, cuando en realidad se llama
CAPU. Y que la central de autobuses de oriente de la Ciudad de México se llama
“CAPO”, cuando en realidad se llama “TAPO”.
En fin. El libro no es para nada lo que
ofrece en la cuarta de forros. Al final, me sentí como un mexica más, al que le
vendieron espejitos a cambio de mi oro.