LOS IMPUESTOS QUE GENERA TU MASCOTA… ¡¡Y NI TRABAJA!!
Por Gabriel
Cordero
Estoy a punto de
salir de la oficina de Don Chonchete Billete. Se despide de mí con un fuerte
apretón de mano. Y de repente me pregunta:
- Oye
conta, ¿Qué impuesto generan las mascotas? Desde el otro día que le estaba
dando de comer a mi perro, me pregunté eso.
- Sonreí
y le contesté que esa era una pregunta muy a su estilo. Y continué
explicándole: desde que le compró ese perro a su hija…
- Legislador,
me interrumpió. Se llama LEGISLADOR.
Ahora no fue una
sonrisa. Fue una carcajada lo que salió de mi boca.
- ¿Su
perro se llama “LEGISLADOR”? – pregunté.
- Si.
¿Acaso lo dudas?
- No.
Para nada, Don Chonchete.
- Mi
esposa, Doña Tenedora de Hartalana, le había puesto un nombre muy mamón:
Cooper. Y ella le llama así. Pero yo le llamo LEGISLADOR por varias sencillas
razones: no hace nada, se la pasa durmiendo casi todo el día, pide de comer
como si se lo hubiera ganado, lo tenemos que llevar al veterinario una vez al
mes para el baño o las vacunas; cada que vamos al centro comercial, mi esposa
le compra algún juguete que termina destrozado a la semana; estoy a su
disposición y lo tengo que sacar a pasear todos los días a sus horas; ladra y
ladra y hace mucho ruido nomás porque pasó la mosca; se pone muy contento con
las visitas… en fin. Dime si todo esto que te acabo de mencionar son
características de nuestros legisladores. ¡Claro que sí!
Reí nuevamente y
le pregunté:
- ¿Lo
compró o lo rescató?
- Lo
compré. ¡¡Ya parece que Doña Tenedora va a aceptar que llegue con un perro de
la calle!!
- Ok,
Don Chonchete. Pues desde que lo compró, su perro le causó 16% de IVA (artículo
2-A fracc I, inciso a) de la Ley del IVA).
- ¡Cómo
crees, contador!
- Y
cada que le compran algún juguete, la camita, el suetercito, el collar, la
correa y todo lo que le compren, causa IVA.
- ¿Pero
su alimento no, verdad?
Me lo quedé
mirando apretando los labios y una mueca en mi cara, asintiendo (artículo 2-A
fracc I, inciso b), numeral 6 de la Ley del IVA).
- ¡No
puede ser, contador! ¿O sea que con mantener a mi Legislador, también mantengo
a los otros legisladores?
Volví a reír. El
sentido de humor de Don Chonchete era inigualable.
- Es
correcto, Don Chonchete. Y a los jueces del bienestar y al poder ejecutivo.
- ¡Ah
que cosas, conta! Pues eso, por dos.
- ¿A
qué se refiere, Don Chonchete? ¿Tiene dos perros?
- No.
Tengo un perro y una gata. La gata llegó de la calle y está chula la condenada.
Y por eso Doña Tenedora la aceptó. Se lleva bien con Legislador y el perro hace
todo lo que quiere la gata. Por eso le puse Chembam.
Ahora sí no pude
contener la carcajada y la expresé con todo el aire que tenía en mis pulmones.
- Claro,
contador. ¿Acaso creías que el inquilino de La Chingada es el único que tiene
una gata con ese nombre? No, señor. Yo también. Lo malo es que la mía no me
hace caso como la original le hace caso a su dueño.
Me despedí de
Don Chonchete con una sonrisa en mi cara que me duró varios pasos hasta llegar a
mi coche y pensando que, conociendo a mi cliente que siempre quiere pagar menos
impuestos, imaginé que se podría deshacer de sus mascotas cuando llegara a su
casa. Cosa poco probable, ya que él les tiene un gran cariño.